La dolorosa enfermedad del descontento
Santosha es la clave de la paz mental. La mente siempre quiere más, es insaciable en sus demandas y voraz en sus deseos. Si le añadimos los estímulos continuos de una sociedad consumista, que nos hace creer que estamos incompletos, que somos inadecuados, que tener más es ser más, los resultados son el permanente descontento, la amargura, la frustración crónica y, en consecuencia, la rabia y la violencia. En Colombia esta dinámica patológica es evidente, y no somos los únicos.
Es tan importante ser de buen contento que Patanyali, compilador por excelencia de los aforismos de la sabiduría del yoga, considera a Santosha una observancia fundamental para alcanzar la calma que lleva a la meta de la vida espiritual. Y es perfecto que hable de observancia, pues su aplicación práctica comienza con el entrenamiento de la mente para mirarse a sí misma, como quien atisba de lejos y con sentido del humor a la loca de la casa. Observo los deseos exorbitantes y continuos de mi mente, vigilo mi frustración cuando quiero y no puedo, examino la ira como resultado de ver mis apetitos truncos. Porque creer que la satisfacción de nuestro ego y sus antojos es la felicidad no resulta solamente falaz, sino que conduce de manera inexorable al dolor, tal como lo han confirmado, por ejemplo, los budistas por milenios, y a la depresión, como lo saben los psiquiatras y las farmacéuticas.
Luego vienen la decisión de estar satisfecho, el agradecimiento por lo que se tiene y la determinación moral de salir de nuestros anhelos logreros y pensar en los otros y en el cosmos. Santosha no es conformismo paralizante ni resignación servil. Es más bien saber que la serenidad de la mente es inversamente proporcional a sus ansias desmesuradas que nos hacen su esclavo. Tener contento es vivir en el presente, dando lo mejor de nosotros mismos, sin las cargas del pasado y las ilusiones del futuro, aceptando las circunstancias, lo que se resume bien en el pragmático y prudente dicho español: “Es lo que hay”, y lo aprovecho.
El contento, cuya etimología implica contener, nace de renunciar en la cotidianidad a la necesidad compulsiva de adquirir o de trepar los escalones falsos del estatus. El contento conduce a la simplicidad voluntaria. Nos hace más felices y más responsables como miembros de la especie. En este momento de la historia, cuando el desperdicio de recursos impulsado por una mente malcriada o educada tendenciosamente por un sistema enfermo amenaza con acabar con el planeta, Santosha es una práctica fantástica con alcances espirituales, psicológicos y políticos profundos.
Por: Dharmadeva
Tomado del periodico El espectador.
Tomado del periodico El espectador.
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