Cuba y la Cumbre de las Américas
Las relaciones de Colombia y Cuba han sufrido serias oscilaciones. Unas veces como parte de Hispanoamérica sobre la cual Fidel Castro pretendió ejercer influencias revolucionarias, otras porque el nuestro fue el país donde la subversión armada tuvo presencia más evidente y dañina. No podemos olvidar que el ELN fue fundado en Colombia por revolucionarios de la Juventud Comunista desprendidos de la cantera soviética, que en Santander iniciaron la teoría ‘foquista’ pregonada por Regis Debray, exégeta del modelo fidelista.
En 1964, varios insurgentes fidelistas formados y entrenados en Cuba, valiéndose de la ineficiente contrainteligencia militar y policial, implantaron en las montañas selváticas de San Vicente de Chucurí, el primer foco que, según la teoría Debray, debería propagarse sobre las ‘condiciones objetivas’, -marginación, aislamiento, abandono, pobreza, descontento- y, en el caso colombiano, rezagos de la violencia sectaria que dejaron en las zonas que sufrían tales situaciones, sedimentos de rebeldía utilizables.
Cuando el 6 de enero de 1965 una agrupación armada apareció en la población comunera de Simacota, se inició la trayectoria sangrienta del Ejército de Liberación Nacional’, ELN, cuyos últimos restos pugnan por retornar a la senda de violencia y terror bajo el ala protectora de las Farc. Distintos y aún rivales, apartados por la metodología de llegar al poder, hoy olvidan que llegaron a la guerra abierta, y bajo una misma cubierta de barbarie se niegan a reconocer el absurdo de una lucha armada con objetivos inalcanzables, mientras Fidel Castro ya declaró públicamente la inutilidad de la lucha armada.
Alba, el cuadrilátero de seguidores políticos de Fidel, apoya a Cuba pero aún no se pronuncia sobre lo aceptado por Raúl Castro con la hábil intervención del presidente Santos. Alba no es otra cosa que una efímera alianza de circunstancias que nada tiene de latinoamericana ni de bolivariana. Colombia reanudó hace años sus relaciones diplomáticas con Cuba. No tenemos para qué seguir alimentando rencores cuando hay propósitos más altos. Si cuba no asiste, que en su isla se quede, pero la visita de Santos puso las cosas en su sitio. Los países anglófonos son parte importante de nuestro hemisferio, no hay Alba que justifique alejarlos.
Por Alvaro Valencia Tovar
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