Neoconservadores aprovechan la nueva biografía de García Márquez para arremeter contra el castrismo
Los aplausos a la biografía Gabriel García Márquez: Una vida, escrita por el británico Gerald Martin, se escuchaban a diestra y siniestra cuando repentinamente un historiador mexicano obligó a un silencio. A comienzos de este mes, Enrique Krauze -el mismo autor de la biografía sobre Hugo Chávez El poder y el delirio- arremetió con un ensayo titulado A la sombra del patriarca, publicado en las revistas Letras Libres, de México, y The New Republic, de Estados Unidos. Y fue Troya.
A partir de la biografía escrita por el británico -cuya presentación oficial se realiza esta semana en Colombia-, Krauze infiere que 'Gabo' ha sido cómplice del régimen totalitario de Fidel Castro. Para probarlo dice que creó una plataforma que buscaba darle voz al "déspota hábil, al patriarca 'bueno' ", y que su instrumento fue la palabra. En este sentido, asegura que el estilo del Nobel no es de realismo mágico sino de realismo socialista.
El historiador mexicano es feroz en su reseña del libro. Aprovecha cada frase de la obra para calificar a Martin de blando, falto de crítica y sesgado, no sin concederle uno que otro crédito sobre todo de la primera parte del libro. Pareciera que el único fin de Krauze en este ensayo es desplegar una batalla contra García Márquez y el régimen de Fidel Castro pero por medio del biógrafo, a quien califica de "secretario de actas del Juicio Final".
Lo hace con argumentos propios y ajenos que se dedican a señalar de qué manera García Márquez, desde la concepción misma de El otoño del patriarca (1975), legitima la figura del dictador. "Más allá del lenguaje, la trama no deja de registrar la subjetividad del tirano: sus nostalgias, sus miedos, sus sentimientos -escribe Krauze-. Pero la simplicidad de su mundo interior resulta moralmente ofensiva: rara vez se escuchan reflexiones sobre las responsabilidades y dilemas del poder, cavilaciones sobre el mal, la abyección o el cinismo, mucho menos el atisbo de un drama de conciencia (...). La nostalgia les asegura la impunidad".
También descalifica al Nobel colombiano desde las frases pronunciadas por escritores como Jorge Luis Borges u Octavio Paz. "Cien años de soledad está bien, pero le sobran veinte o treinta", dijo el primero. Y el segundo: "La prosa de García Márquez es esencialmente académica, es un compromiso entre el periodismo y la fantasía. Poesía aguada".
E incluso involucra las propias contradicciones del Nobel en relación con la privación de derechos en Cuba: cita sus declaraciones contundentes en contra de la pena de muerte y su advertencia posterior de que algunos medios de comunicación -entre ellos CNN- estaban tergiversando sus palabras para que parecieran contrarias a la Revolución cubana.
Con beneficio de inventario
¿Cómo entender esa andanada contra el escritor y su biógrafo?
Para empezar, resulta diciente la manera como la biografía de 'Gabo' -originalmente escrita en inglés- fue registrada en dos influyentes medios estadounidenses. En The New Republic -de corte claramente conservador-, la crítica quedó en manos de Krauze, y en The New York Times, en manos del escritor y periodista Paul Berman, cuyo discurso se ha caracterizado por un paulatino viraje hacia la derecha.
En ambos casos, los autores señalan la relación entre García Márquez y Fidel Castro como algo comprometedor, y allí centran sus principales críticas a la biografía de Martin. Imposible no ver detrás de ello un discurso soterrado de corte neocon, corriente antiizquierdista de nuevos conservadores de Estados Unidos que, en especial después del 11-S, buscan imponer el modelo de democracia norteamericano a como dé lugar en cualquier lugar del mundo. De allí que Cuba y todo lo que la rodea se les haya convertido en un blanco perfecto para sus ataques.
Por ejemplo, al reflexionar sobre la ambigüedad que tiene la figura del dictador en la obra de García Márquez, Paul Berman concluye: "Después de leer la biografía de Martin, ahora ya lo sé (...). Aquí hay un tirano de carne y hueso. García Márquez le hace pensar a uno en Castro en algunas frases espectaculares de El otoño del patriarca. Y el novelista ama plenamente a su dictador".
Más allá de la política
Ante el sartal de críticas, Gerald Martin no ha guardado silencio. Tras el ataque de Krauze, el biógrafo publicó una defensa en el El Universal de México: "¿Que el libro es demasiado admirativo? Sí, admiro a Gabo, no puedo decir que no. Si otros no lo admiran que escriban la biografía demoledora (...). Y sobre la otra cuestión: si la gente está en contra de Castro no hay nada que yo pueda hacer. No es que no comparta críticas a Fidel Castro, pero la verdad es que en el libro hay muchos otros temas relacionados con García Márquez que también son interesantes".
Punto de vista que con mayor distancia y menos intereses comparte el periodista puertorriqueño Héctor Feliciano, otro estudioso de la obra del Nobel colombiano.
Para él, si bien el capítulo político será siempre un tema delicado, algo que debe destacarse de Una vida son las pistas que da el biógrafo para entender cómo el joven García Márquez comenzó a construir su obra, sus influencias, los intelectuales que lo rodeaban, sus relaciones familiares. Da cuenta de cómo mientras en Barranquilla estaban más cerca de James Joyce, William Faulkner o Virginia Woolf, en Bogotá se seguía hablando de Caro y Cuervo.
"Es importante conocer la relación que tuvo con sus muchos hermanos y sus medio hermanos, cómo prácticamente conoció a su madre a los siete años mientras sus abuelos lo criaban, el odio que le tuvo a su padre, que no resultó ser un telegrafista sino un curandero que echaban de pueblo en pueblo por embustero -puntualiza Feliciano-. Eso me lo dio el libro de Martin, y solo por eso ya es genial".
Vivir de remembranzas, anhelando los sueños del futuro.
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