No ha pasado un mes desde que Río de Janeiro fue elegida para albergar los Juegos Olímpicos de 2016, pero ya la guerra del narcotráfico ha hecho resurgir su faceta trágica y ha puesto de relieve el enorme desafío que enfrenta la 'ciudad maravillosa' para mejorar su seguridad. Las imágenes de un helicóptero de la Policía derribado por traficantes de droga a poca distancia del mítico estadio de Maracaná -que será, además, escenario del Mundial de Fútbol del 2014-; las fotos de un bus en llamas tras un ataque de pandilleros, o los segmentos noticiosos que muestran a tropas de élite con armas largas recorriendo las favelas han opacado la imagen de tarjeta postal que la ciudad presentó para poder ganar la organización de los Juegos. La situación cobró tal gravedad que el propio presidente del país, Luiz Inácio 'Lula' da Silva, prometió "limpiar la suciedad" que gangrena la segunda ciudad más importante del país. Cientos de policías salieron a la caza de los autores de los disparos que derribaron el helicóptero en el que viajaban seis policías, tres de los cuales murieron. Miles se tomaron las favelas, barrios pobres en donde los habitantes aterrorizados se ven, a menudo, atrapados entre el fuego cruzado de policías y narcos. O de narcos contra narcos.
En algo más de ocho días, la guerra del narcotráfico dejó un balance de casi 50 muertos. Tan solo el fin de semana la ciudad se vio sacudida por el hallazgo de seis cadáveres acribillados a balazos en la favela Fumacé. El lunes, la Policía informó que los cuerpos sin vida de tres supuestos delincuentes fueron encontrados en una arboleda vecina a la favela de Vidigal, en la zona sur de la ciudad.
Críticos y defensores de la candidatura de Río a los Olímpicos coinciden en que el asunto, visibilizado por la decisión del COI, no es algo nuevo. La violencia ha sido por años una situación endémica en la ciudad. Los homicidios dejan casi 6.000 víctimas por año en el estado carioca, que en total tiene unos 14 millones de habitantes. La cifra representa 10 veces el número registrado en Nueva York y ocho veces el número de asesinatos en Francia.
Sin embargo, desde 2007, los homicidios cayeron de 45 por cada 100.000 habitantes a 33. "Es una cifra todavía alta pero no hay solución mágica", según el secretario de Seguridad el Estado, José Mariano Beltrame, quien asegura que el objetivo del gobierno 'Lula' es llevar la criminalidad "a niveles tolerables, como en los países industrializados", y quien ha declarado reiteradamente que durante los últimos 30 años "no se hizo nada para combatir el crimen organizado en la ciudad".
Desde el año pasado, cinco favelas fueron 'pacificadas' con una Policía comunitaria que las ocupa de forma permanente. Este programa, que se une a inversiones masivas para mejorar las condiciones de vida en esos barrios pobres y violentos, será ampliado a un centenar de comunidades de aquí al 2016. Por el momento, esta 'pacificación' solo ha conseguido hacer migrar a los vendedores de drogas hacia otras favelas. "La Policía reconquista territorios ocupados por los traficantes y hay una violenta reacción de su parte", dijo Alba Zaluar, profesora del Centro de Estudios sobre la Violencia de la Universidad de Río (Uerj).
En este país de 8,5 millones de km2 con fronteras mal vigiladas, es fácil hacer ingresar armas y drogas. La Policía de Río, mal entrenada y mal pagada, es con frecuencia corrupta. La semana pasada la institución vivió uno de los peores escándalos de su historia cuando la prensa local divulgó imágenes captadas por cámaras de seguridad en las que se ve cómo dos uniformados le negaron el socorro a un hombre herido de bala en un asalto, le arrebataron el producto del robo a los delincuentes, los dejaron en libertad y se quedaron con las pertenencias de la víctima.
'Se consideró la seguridad'
A pesar de todo, el Comité Olímpico asegura que la decisión de elegir a Río no fue tomada al azar. Sir Craig Reedie, un miembro británico del COI, dijo: "Se consideró la seguridad. Río es una ciudad grande. Lamento profundamente los hechos recientes, pero tengo que decir que palidecen en comparación con lo ocurrido en Londres en 2005". Apenas un día después de haber celebrado su elección como sede de los Olímpicos de 2012, la capital británica fue sacudida por cuatro bombas que mataron a 52 personas.
Sin embargo, un manto de duda se extiende sobre la competencia real de las autoridades para vencer este flagelo en una ciudad en la que un tercio de sus seis millones de habitantes vive en más de mil favelas. Observadores como Cezar Britto, presidente de la Orden de Abogados de Brasil, comentan: "El poder paralelo de los traficantes hace estallar los pilares de la República. ¿Hasta cuándo?". "Infelizmente esto no es algo nuevo. Vivimos en un estado de guerra permanente, pero lo del helicóptero fue un señal de alerta de que el poder de fuego del tráfico de drogas y su osadía pasaron de los límites", dijo Sebastiao Santos, coordinador del programa Viva Comunidade de la ONG Viva Río.Según un estudio de la Secretaría Especial de Derechos Humanos y de la ONG Observatorio de Favelas, si Brasil no invierte de manera pesada en políticas de seguridad ciudadana, la violencia del narcotráfico se cobrará la vida de más de 33.000 jóvenes en el periodo comprendido entre 2006 y 2012. Ante este panorama, el ministro de Justicia de Brasil, Tarso Genro, dijo que la seguridad ciudadana durante los Olímpicos solo podrá ser garantizada si se triplican los recursos destinados al sector. "Si el ritmo actual de inversiones en seguridad pública en Río de Janeiro continúa como está, no llegaríamos al 2016 en una situación satisfactoria".
Agradecimientos: Revista Cambio
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